jueves, 28 de octubre de 2010

Razones

Si te llora el pueblo, si te lloran las Madres de la Plaza de Mayo, si te lloran las Abuelas..., si te lloran los trabajadores, si te lloran los humildes, si te llora la juventud...Algo significan esas lagrimas, lagrimas de sectores incuestionables, de sectores que no pueden ser mirados con desconfianza. Algo significan, habrá que ver cuanto tiempo nos lleva como sociedad reconocer esas lagrimas, reconocer los méritos, reconocer la lucha.
Nadie pide obsecuencia, ni demagogia, solo respeto sincero.

Bestiario.


domingo, 24 de octubre de 2010

Baúl

Un cielo que te protesta en la cara. La soledad tirada en un cordón, borracha y a los gritos. El café que se te viene de prepo. Un respiro por la sien que hoy zafó del tiro. Un olvido recordándotelo todo el tiempo y la llave de un baúl que se hundió hace mucho en el río.


Bestiario.

martes, 19 de octubre de 2010

Noche

Me da miedo que vengas en un sueño, y que no sepa cómo atajarte.

La noche me puso de espaldas, no hay palabras que lo disimulen, hoy me cagaste a palos sin darme un solo golpe.

Las estrellas me tienen sin cuidado, nunca cambian nada con su brillo.

La noche me mira altanera, como si fuera una puta impagable, como si supiera de donde vengo...

¡Tengo la matera lista y los discos de jazz en orden, dale noche de mierda, vení!


Bestiario

domingo, 17 de octubre de 2010

Pasaje de Floresta.

Azúcar impalpable para los domingos, Eros que pasea solo entre semana por mi sur sin paredón y sin después.

El puto tango que nos envuelve a duras penas, sin si quiera buscarlo.

Ya use las dos lágrimas que guardaba por si me emboscabas en algún pasaje de Floresta.


Bestiario.

viernes, 15 de octubre de 2010

La buena de aires

La buena de aires

Se fugo de un puto destierro…
Las patadas no eran para ella pero igual las recibió.

Los templos del opio civilizado los cobijaron en tardes donde todo estaba prohibido.
Sales de San Telmo para sazonar platos nunca servidos.
En la mirada de los dos se nota el ruido de los subtes y el olor de los besos.
Se perdió corriendo en la calle de la buena de aires cuando el le grito que la amaba.

Bestiario

Te espero…

Dos cervezas, la razón haciendo
de caballo de Troya a mis pensamientos.

La ceja contra un azulejo oscuro,
como la noche sin libros,
y un tema de Hendrix
desarmando una guitarra.

Te espero en esta puta
academia de soledad.

Te sueño en noches
que no caben en una borrachera,
y te espero…

DESEOS

Tímidamente invado tu cuerpo, dudando que pueda ser yo,
con toda mi insignificancia, el dueño de tu amor.

Batalla dulce de manos, senos y besos que conjuran la sensación de estar en el lugar indicado.

Las miradas, los suspiros y la agitación callan las palabras que caerían de la cama.

Hay roces, olores y delirios
que invaden los sentidos entregados al juego.

Es el instante que perdiéndose en las agujas de un reloj, siempre perseverante, hace olvidar que existe el tiempo.

Es el momento donde la plenitud se convierte en sueño cumplido, y donde el instinto hace demagogia con mi deseo.

El método

Terminaba de caer el sol y las luces de los edificios se presentaron ante los ojos de Federica. Con movimientos suaves recorría la calle Corrientes. Admiraba las carteleras de los teatros sin detenerse en los títulos. Una chiquita se acerco a pedirle una moneda, ella saco un alfajor de la cartera y lo puso en la mano de la nena, acompañó el gesto con una sonrisa. Miró la hora, “llego tarde, me va a matar”, apuró el paso y trató de orientarse mientras avanzaba hacia la 9 de julio. “De acá me conviene el subte, no mejor el 59 y de ahí…”. Un hombre de sobretodo la chocó, ni tuvo tiempo de escuchar las disculpas del desconocido, vio como su bolso caía en la vereda rota y sucia. Se agacho para levantarlo y una pierna le golpeo la espalda, tuvo que apoyar las palmas de sus manos para no dar contra el piso. Enrojecida de bronca se incorporó con el bolso. Una muchedumbre iba y venia, empujándola y arrastrándola hacia todos lados. Se imaginó la cara de Raúl, esperándola en la puerta del cine con el entrecejo fruncido por la impuntualidad de ella. La masa de gente había disminuido, ya podía decidir hacia donde ir. No recordó en que cine se tenia que encontrar, trato de pensar pero la mente se le había puesto en blanco. Busco un teléfono publico para llamar a su novio, no se acordaba del numero de celular, intento agarrar la agenda que tenia en su cartera y descubrió que estaba vacía, solo había quedado un paquete de carilinas abierto. Giro dándole la espalda a la cabina, un remolino de rostros desconocidos la agredía con la mirada, se sintió desnuda, desprotegida ante esas personas. Unas lágrimas arrastraron por su cara restos de rimel.
Corrió sin rumbo durante unos cuantos minutos. Una baldosa rota esguinzo su tobillo y la hizo frenar. Estaba frente a una vidriera llena de artículos para el hogar. La noche ya estaba instalada en Bs. As. Se reflejo en el vidrio, no supo quien era, se desconoció totalmente. El frío le aviso que estaba desabrigada. Buscó unos diarios en un cesto de basura y se los puso en el pecho, debajo de la blusa. Mientras se acomodaba vio un pedazo de sándwich en la bolsa de residuos, lo tomo y lo mordió con una actitud casi animal.
Ya hace dos meses que Federica anda por la ciudad así, sola, olvidada hasta por ella misma. A veces se imagina en otro lugar, en un salón lleno de
gente escuchando a un profesor, viendo una película con un hombre a su lado, otras veces se sueña en un departamento cómodo, vestida con ropas desconocidas y charlando con amigos sobre la estructura dramática, Stanislavski, un cigarrillo de marihuana, planeando alguna obra, tratando de componer el personaje de una mujer que habita en las calles, despojada hasta de su identidad. Pero son solo sueños, no puede comprenderse en ellos, debe buscar comida, pedir una moneda, encontrar donde dormir.

Bestiario.

Defensa

El viento es mugre de ayer y no se por donde escaparle.
Como pares inconclusos sumo las veces que no debo y me cago a restos que no son posibles.
Pantallas de teatro, mascaras que van y vienen doloridas y aun así van por más.
“Sin golpes no se hacen” dice un boludo de bares mientras ahoga penas en un submarino mas que dulce.
Ya no hay piernas para correr. Morir como un ingles de otro siglo en la calle Defensa no puede ser tan malo…

Bestiario.

Te lleva

Te lleva el viento norte, allá a tu rincón de lagrimas sin sostén.
Tu mirada me parte cada vez que cierro mis ojos, no hay puntos ni comas, solo adiós con signo de admiración.
No podes mirarme, hacete cargo de tu mierda que yo me llevo la mía a mis cajones, solo sé que te espero…

Se va…

Las veredas saben que me arrastré por ellas. Buenos Aires me puteó de noche. El ruido de los trenes me despertó más de una vez.
Pero ahora la mierda, ya cansada se va gritando mi nombre y me quedo solo…

La noche

La noche muerta.
Un pasado, un presente, recuerdos del agua en los cordones, un carro acartonado chiflándole a unas piernas con celulitis.
El cielo excitado por el roce de las nubes, un dolor, un viejo indecente, un acuerdo de partes.
Palermo, un agravio por mañana y a salvo solo por hay de los futuros no tan perfectos.

Bestiario.

Relato

La bocina hizo que el Vasco saliera. Subió al remis y encendió un pucho.

_ A Carabobo 1870

Vio la cara del remisero y pensó que hacia juego con la calle a la que se dirigía.
Un dedo en el volante seguía el ritmo de una canción de Ricky Martín que sonaba en el estéreo.

Vasco _ ¿Cómo puede gustarle a las minas terrible puto…

El conductor bajo el volumen.
El auto se detuvo en un semáforo, una piba de 15 años cruzaba la esquina. El Vazco tuvo una erección mientras se la imaginaba insatisfecha sobre Ricky Martín.
Pagó y bajó sin saludar.
Laura abrió la puerta.

_ Gracias Vasco, me salvaste.
_ No vengas tarde, a las 8 entro a laburar.
_ Quedate tranquilo…

Ella salió corriendo, el sabía que no volvería hasta pasadas las 8.
Prendió la luz del living, la claridad hizo que Federico entrecerrara los ojos.

_ Hola Federico, ¿Qué miras en la tele?
_ Dibujitos.

El Vasco se sentó al lado del nene. Luego de mirar el programa diez minutos se paró.

_ A dormir, es tarde y este programa no se entiende un carajo.

Tomó la botella de criadores y comenzó el zaping. Notó que la luz del cuarto del chico estaba prendida. Se acercó a la puerta y lo observó.

_ ¿Que té pasa?
_ Tengo miedo…

Laura llegó a las 8 y media. El Vasco dormía en la alfombra al lado de la cama de Federico. En una mano sostenía los dedos del nene, en la otra la botella vacía.

El patio (año 2001)

De pronto sentí tanto odio que me asustó. Un aire de rencorosa desdicha invadía mis pensamientos llenando cada rincón que había dejado vacío mi conciencia. Solté un grito queriendo que mi suplica se oyera mas allá de toda lejanía, de toda frontera. Nada, el eco primero, luego el silencio, el peor de los compañeros que te presenta la soledad.
Abrí la puerta dejando entrar el aire fresco de la noche. Una brisa rozó mis brazos sin siquiera darme tiempo a soltar el picaporte, mire hacia fuera buscando, una luz, una sombra, algo, lo que sea. Nada solo yo y esa inmensa postal de la insolente oscuridad que abarcaba el horizonte y me reencontraba con la crueldad de lo real, lo irreparable.
Solo son emociones, me mentí, queriendo creerme, para animarme a dar un paso hacia el patio donde el yacía victima de mis actos. Los pies parecieron no saber de mentiras o verdades y se quedaron inmóviles, en el mismo lugar una y otra vez después de mis ordenes. Supuse que sabían lo que hacían, entonces gire dándole la espalda a lo real y me fui al sillón, musitando de memoria un poema que me habían enseñado en la primaria, creo que era una estrofa del Martín Fierro. Mis ojos seguían sus deseos continuando con la búsqueda, y no se percataban de mi pedido de no mirar mas por la ventana.
Alguna vez tenia que pasar, al fin y al cabo no había otra solución. Siempre supimos que nuestra relación tenia sus códigos y mas allá de las emociones, nos unía la necesidad del uno por el otro.
Van pasando las horas , contrariamente a lo que creía , el desprecio por mi mismo crece en vez de disminuir. Agiganto mis virtudes buscando hacer un tonto balance de bondades y maldades echas a lo largo de mi vida para demostrarme que no soy solo un acto, que soy un conjunto de buenas y malas decisiones, pero esta vez siento que la ultima es la mas fuerte, la mas demostrativa de mi verdadero ser interior, de lo que podría pasar si dejara libres mis instintos. Allá afuera esta la verdad de lo que puedo o no puedo hacer, me guste o no la respuesta. Nunca creí que podría romper tan fríamente con ciertos tabúes, por mas que la relación fue aclarada desde un principio. Pero por dios como pude hacer lo que hice, como traspasar esa frágil línea que sostenía nuestras vidas, para acabar con la de el. Siempre a mi lado, leal, amigo* Le volé la cabeza por soberbia. No tolere su agresiva pose ante mi reto, sus dientes amenazadores que supieron transmitir su fastidio por mi actitud, por mis indiscutibles rasgos de humano tan rencoroso como equivocado. Su sorpresa ante mi mano empuñando un revolver, su compasión por mi debilidad necesitada de un arma para valerse ante el, un simple animal…
Una luz me despertó de mi sueño, sobresaltado mire y descubrí que estaba en el patio, extrañamente no me sorprendí por completo, una parte mía estaba cómoda con el lugar que ocupaba. Esa oscuridad que en mi sueño no me dejo avanzar ahora me cobijaba en su guarnecedora manta de soledad. La luz que me saco de la pesadilla salía de la puerta de manera que no me dejaba observar, solo una sombra se percibía del lado de adentro del porche.
Me fastidio la baba en mi boca y supuse que había dormido con la boca abierta.
La sombra se movió hacia fuera pero aun no podía notar su rostro y a pesar de mi soledad en la casa no me intrigaba saber quien era, tal vez por el amparo que me daba mi patio nocturno. Una linterna en su mano me iluminó la cara, intente correrme pero fue en vano, sentí todo el peso de mi cuerpo desbalanceandose sin poder ser sostenido por mis piernas. La sombra se acerco más, mi respiración era jadeante, vi su otra mano empuñando el revolver del sueño, quise gritar para que mi suplica se oyera mas allá de toda lejanía, mas allá de las fronteras de la noche pero solo un aullido salió de mi hocico espumoso, la suerte estaba echada.

BESTIARIO

Luces del Hombre

Los disparos sonaron en el campo, vio caer algunos de los compañeros. Las balas hicieron impacto en su cuerpo, se hallo tendido en el pastizal con la boca en el barro tratando de respirar. A unos metros sintió el suspiro final de una de las victimas “ojala no sea de los que tienen crios” pensó mientras miraba de reojo el oscuro descampado de el potrero en el que habían sido sorprendidos. La soledad de la agonía intento acompañar al miedo para desmoronarlo, pero siempre se había creído valiente y si moría esa noche no seria rogando. Vio a lo lejos unos movimientos, eran matorrales, que sigilosamente, apañaban una fuga, se alegro, “por ahí si alguno se salva cuenta lo que pasa y se despabilan esta manga de abombados”, hoy le había tocado a él ser el testigo de la veracidad de la que tantos hablaban y nadie quería creer. Retumbaron otros estruendos, ahora mas aislados y mas crueles todavía que los primeros, estos remataban a los convalecientes. Hizo una revisión del estado de sus miembros, podía moverse. El roce del pasto le devolvió algo de esperanza, si llegaba a los matorrales mas altos, que estaban a unos cien metros, antes que los acechadores lo encontraran estaría a salvo. Vio un haz de luz que le paso cerca y se le detuvo la respiración, el miedo se condenso en un par de segundos en los cuales toda su vitalidad fue suplica, ahora la valentía lo dejaba a solas con la realidad de la muerte a escasos pasos de él. Las imágenes se mezclaron con círculos viciados de luz sonora, de remates, de fusilamientos a quemarropa. El instinto lo despabilo y lo llevo unos metros mas allá de la furia que lo acosaba con plomo y pólvora. Necesitó tomar aire, la fatiga era grande, hizo la pausa, los tiros eran ahora mas espaciados y mas lejanos. Una exhalación lo acerco al sueño, sintió sus párpados caer, el miedo no lo mantuvo despierto. Entrecerró los ojos, al abrirlos creyó que el sol ya empaparía su cara, o que un sueño horrible lo había llevado hasta un aterrador lugar imaginario. Lo había despertado un grito, nunca supo si era de furia o de horror. Avanzo nuevamente hacia el lugar que lo protegería. Dos metros, tal vez tres, no se podía medir muy bien, pero sabia que a ese paso lo descubrirían antes de llegar. Un esfuerzo sobrenatural lo llevo mas rápido, lo alejaba del horror que ahora sonaba allá, a lo lejos. Los matorrales se elevaban un metro y medio del suelo, eran espinillos pero no sintió dolor por las espinas, arrastrándose como había llegado hasta allí ingreso en la protectora espesura . Vio a pasos de el a otro sobreviviente, las miradas se cruzaron y el dialogo silencioso se hizo presente, ambos se alegraban de encontrarse, los dos se tenían lastima y se apoyaban calladamente en este, que era uno de esos momentos de mierda donde lo único que sirve para calmarse es que el otro sepa exactamente lo que te pasa. Segundos, quizás minutos, respiraciones menos agitadas y la necesidad de saber que deparaba el destino. Un quebrar de ramas le quito el aliento, tirado boca a bajo con la cabeza recostada vio un borceguí, el rayo de luz del reflector escarbaba entre la maleza buscando. La luz hallo a su compañero, que tendido panza arriba no podía disimular su respiración, el frió convertía en vapor cada exhalación. El estrépito del disparo fue seco, sin importancia, no había tiempo para acongojarse, la luz lo encontraría a el. Y no tardo en hacerlo, sintió el reflejo en sus párpados cerrados, soltó el aire tan lentamente que logro disimular la evaporación. Por debajo se veían los pies del acechante asesino, que se movieron para darle lugar a otro par de botas. “tirale por las dudas, estas hijas de puta si no están bien muertas por ahí te saltan de la chata en el medio de la ruta”, “Si tenes razón, no vale la pena arriesgar, con la malaria que hay, perder dos pesos por una liebre que se te piante”.

Bestiario.

Malena (año 2002)

Mientras se secaba y cepillaba el pelo trato de recordar cuanto hacia que no se lo cortaba. “Ya pasaron ocho años”.

Después de la ida de Roberto intento un cambio, corte, color y planchita, se le escapo una risa “y no cambio nada”.

Al año de la separación se mudo con su mamá, las peleas fueron el desayuno, “es tu culpa que Roberto se haya ido, el era un buen hombre”, no tuvo otra opción, con su sueldo no alcanzaba para el alquiler del departamento.

Un año después, una neumonía, 72 años grises, y un cínico PAMI se llevaron a la madre de Malena. Otra vez la soledad, los gritos ahora se escondían en esos rincones oscuros que no valía la pena iluminar. Mucha novela, postres para callar la desesperación, y 11 kilos de mas. El pelo había crecido 30 cm.

El banco se agrando fusionándose con una afjp. Compañeros nuevos, Marcelo, “un bombón”. Dieta estricta, 7 kilos menos en tres semanas. Avon a morir y tres conjuntos de ropa interior a estrenar.

Doce meses, nada de compromisos alegó el bombón, un café, tres lagrimas y una televisión que no se apagaba hasta las dos de la mañana.. Mientras la humedad invadió los cuartos y la pintura huyo de las paredes, Malena ni la vio cuando se fue.

Pasaron los meses y a Malena el cabello le crecía, mientras su sueldo se achicaba, “es eso o despedir empleados”, dijo el gerente. El lugar de la pintura lo ocupo un hongo negro, que jugaba a ser adivino mostrando cual era el color de su destino.

Una velita arriba de un alfajor, mientras se llorisqueó un feliz cumpleaños. Furia, enojo y mas soledad. No supo como romper ese nudo que la ahogaba en las tardes. Ya ni bizcochitos con el mate, y un galancito de telenovela entreverado en algún sueño tibio.

Telegrama, indemnización, muchísimo miedo. Se tomo vacaciones, se mintió una semana en Mar del Plata, un desconocido y ni un orgasmo. El salitre le arruino las puntas, una tijera y un reflejo en el espejo que la dejo helada, ella sola y toda su fragilidad.

“En la peluquería Beuty Center están comprando cabello a razón de $300.- el kilo”. La mano de Malena apago la radio. Tomo la cola de pelo que le caía detrás de los hombros se tentó de la risa. “Solo una tipa desesperada puede vender su pelo”, dejó de reírse, ella estaba desesperada.

Tomo la decisión, necesitaba el dinero, no conseguía trabajo y debía plata a familiares y amigos. Ya le habían cortado el gas.

Malena camino casi treinta cuadras hasta la peluquería. Cuando llego vio una cola de 50 mts, sintió que llegaba a el parque de diversiones “La Miseria S.A.”, algunos periodistas sacaban fotos de la gente en la cola.

“Bueno nena ahora no te vengas con las vergüenza, estas cagada de hambre”, se convenció.

_Malena, melena,¿qué irónico no?, dijo el peluquero con una sonrisa casi perversa. Malena sintió dolor de estomago. “Si supieras la gracia que me da enfermo” pensó ella.

Paso la tijera, cerro sus ojos e imagino que la tijera se llevaba con el corte los ocho años de cepillo y mierda, además de dejarle $20 pesos para volver a empezar.

Bestiario.

Buscando (año 2001)

Me levante temprano como siempre. Compré el diario y lo primero que hice fue abrir los clasificados. Solamente marqué un aviso. Después de desayunar fui a la parada de colectivos.

Subí, puse monedas y me senté en él ultimo asiento individual. El colectivo iba bastante lleno para ese horario, pero realmente no preste atención a ese detalle. Me dejaba a 5 cuadras de la dirección del clasificado que señalé.

Al bajar sentí como la ansiedad comenzaba a gobernar mis acciones. Justo en la parada había un barcito, entré a tomar algo, pensé que si me serenaba seria mejor. Mientras me traían el café trate de darme animo. Esta vez si tendría suerte; Hoy seria distinto. “hoy si” me dije y tomé el primer sorbo.

Al salir del bar encaré para la dirección. Mientras caminaba mi animo cambio.¿Por qué tendría yo suerte hoy, en algo que tantos buscaban y no encontraban?¿Qué tenia yo de distinto a los demás para dar?¿De donde me venia ese convencimiento para creer que hoy seria mi día?

Caminé las cinco cuadras a paso rápido. Llegue a mí destino. Imagine que este seria mi ultimo día de amarguras y depresiones. Supuse una vida sin este calvario.

Respire hondo, me arme de coraje y toque el portero eléctrico. Una voz femenina me atendió y me hizo pasar. Subí por el ascensor, golpee la puerta y esperé. Un sudor frío me corrió por la cara.

Se abrió la puerta y una mujer apareció, detrás de ella se notaba una oscuridad enrojecida dando una sensación de angustia y soledad que me resulto corriente.

__Soy Claudia ¿cómo estas?

__Creo que me equivoqué.

__Todavía no te dije lo que cobro. No te asustes. Son sesenta pesos la hora.

__Yo buscaba a otra Claudia, discúlpame.

Me fui de ese edificio con mucha bronca. Me había equivocado otra vez. Mientras buscaba la parada de colectivo me convencía de que jamás encontraría a mi Claudia. Cuanto la ame, fue mi primera novia. La vida nos separo. Un tiempo atrás me dijeron que trabajaba como prostituta en la zona de Palermo, y desde ese día la busco. Nunca volví a enamorarme.

Subí al colectivo que me llevaba a casa, el desgano y la bronca se iban disipando. Baje compre cigarrillos y encargue el diario para el día siguiente.

Al fin y al cabo tengo tiempo y dinero suficientes para buscar el amor, el único que recuerdo haber tenido.

Bestiario

El Río Adaptación de cuento Julio Cortazar.

EL RIO

Me fui diciendo que me tiraría al riachuelo, o algo así, fue una de esas frases de la media noche, entre sabanas y boca pastosa, casi siempre con algo en mi mano o de pie rozando tu cuerpo que apenas me escucha, porque hace tanto que apenas me escuchas cuando digo cosas así, y se que eso viene del otro lado de tus ojos cerrados, del sueño que otra vez te tira hacia abajo.

Entonces siento que no te importa que me haya ido, que me haya ahogado o que todavía ande por los muelles mirando el agua, y además no es cierto por que estoy aquí dormida y respirando entrecortadamente, pero entonces me he ido cuando me fui en algún momento de la noche, antes de que te perdieras en el sueño por que me había ido diciendo que me tiraría en el riachuelo, o sea que he tenido miedo, he renunciado y de golpe estoy ahí casi tocándote, y me muevo ondulando como si algo trabajara suavemente en mis sueños, como si de verdad soñara que he salido, que he llegado a los muelles y me tire al agua. Así una vez más, para dormir después con mi cara empapada, hasta la hora en la que traen el diario con las noticias de los que se ahogan de verdad.

Te doy risa, piensas que soy una pobrecita. Mis determinaciones trágicas, esa manera de andar golpeando las puertas como una actriz de kermés de pueblo, te preguntas si realmente creo en mis amenazas, mis chantajes repugnantes, mis inagotables escenas patéticas untadas de lagrimas y adjetivos y recuentos.

Crees que merezco alguien mas dotado que vos para que me diera la replica, entonces piensas que se alzaría la pareja perfecta, con el hedor exquisito del hombre y la mujer que se destrozan mirándose en los ojos para asegurarse el aplazamiento más precario, para sobrevivir todavía y volver a empezar y perseguir inagotablemente su verdad de terreno baldío y fondo de cacerola. Pero ya veo que escoges el silencio, enciendes un cigarrillo y me escuchas hablar, me escuchas quejarme (con razón pero que puedes hacer), o lo que es todavía peor, te vas durmiendo, arrullado por mis imprecaciones previsibles, con los ojos entrecerrados mezclas todavía por un rato las primeras ráfagas de los sueños con mis gestos de camisón ridículo bajo la luz de la araña que nos regalaron cuando nos casamos, y al final crees que te duermes y te llevas , me lo confesarías casi con amor, la parte mas aprovechable de mis movimientos y mis denuncias, el sonido restellante que me deforma los labios lívidos de cólera. Para enriquecer tus propios sueños donde jamás a nadie se le ocurre ahogarse, y no necesitas jurarme para que te lo crea.

Pero dudas de que sea así y te preguntas que estoy haciendo en esta cama que había decidido abandonar por la otra más vasta y más huyente. Ahora resulta que duermo, que de cuando en cuando muevo una pierna que va cambiando el dibujo de la sabana, te parezco enojada por alguna cosa, no demasiado enojada, es como un cansancio amargo, mis labios esbozan una mueca de desprecio, dejan escapar el aire entrecortadamente, lo recogen a bocanadas breves, y crees que si no estuvieras tan enojado por mis falsas amenazas admitirías que soy otra vez hermosa, como si el sueño me devolviera un poco de tu lado donde el deseo es posible y hasta reconciliación o nuevo plazo, algo menos turbio que este amanecer donde empiezan a rodar los primeros carros y los gallos abominablemente desnudan su horrenda servidumbre. Crees que ya no tiene sentido preguntarme si en algún momento me había ido, si era yo la que golpeó la puerta al salir en el instante mismo en el que resbalabas al olvido, y a lo mejor es por eso que prefieres tocarme, no por que dudes de que yo este ahí, probablemente en ningún momento me fui del cuarto, quizás un golpe de viento cerro la puerta, soñaste que me había ido mientras yo, creyéndote dormido te gritaba mis amenazas desde los pies de la cama. No es por eso que me tocas, en la penumbra verde del amanecer te resulta casi dulce pasarme la mano por mi hombro que se estremece y te rechaza. Las sabanas me cubren a medias, tus dedos comienzan a bajar por el terso dibujo de mi garganta, inclinándote respiras mi aliento que huele a noche y a jarabe, no sabes como tus brazos me han enlazado, oyes una queja mientras arqueo la cintura negándome, pero los dos conocemos demasiado ese juego para creer en el, es preciso que te abandone la boca que jadea palabras sueltas, de nada sirve que mi cuerpo amodorrado y vencido luche por evadirse, somos a tal punto una misma cosa en ese enredo de ovillo donde la lana negra y la lana blanca luchan como arañas en un bocal. De la sabana que apenas me cubría alcanzas a entrever la ráfaga instantánea que surca el aire para perderse en la sombra y ahora estamos desnudos, el amanecer nos envuelve y reconcilia en una sola materia temblorosa, pero me obstino en luchar, encogiéndome, lanzando los brazos por sobre tu cabeza, abriendo como un relámpago los muslos para volver a cerrar sus tenazas que te resultan monstruosas que quisieran separarte de ti mismo. Tienes que dominarme lentamente (y eso lo se , lo has hecho siempre con una gracia ceremonial), sin hacerme daño vas doblando los juncos de mis brazos, te ciñes a mi placer de manos crispadas, de ojos enormemente abiertos, ahora mi ritmo al fin se ahonda en movimientos lentos de muaré, de profunda, de profundas burbujas ascendiendo hasta tu cara, vagamente acaricias mi pelo derramado en la almohada, en la penumbra verde miras con sorpresa mi mano que chorrea, antes de resbalar a mi lado sabes que me acaban de sacar del agua, demasiado tarde, y que yazgo sobre las piedras del muelle rodeada de zapatos y voces, desnuda boca arriba con mi pelo empapado y mis ojos abiertos.

Bestiario.