martes, 8 de noviembre de 2011

Despedida


El sonido del timbre parecía venir del infierno, una chicharra eléctrica que anunciaba el inicio de un día siempre interminable.
A las 6.00Am ya estaban en el comedor desayunando, mate cocido, pan y cientos de caras perdidas en los pasillos más oscuros de esas vidas que ya no serán…
El Vasco había llegado hacia 4 meses. La primera semana fue dura, más dura de lo que nunca podría haber imaginado. Todos los cuentos respecto de las cárceles eran ciertos pero más duros de lo que se percibe al escucharlos. En el segundo desayuno en el lugar había sido apurado y violentado por “Matute” uno de los capangas de la sección donde él había sido asignado. El Vasco no lo dudo, cuando lo prepoteo, no le dio tiempo, agarro a “matute” del cogote y le partió la jeta contra la mesa. Esa noche lo fueron a buscar, el sabía que sería así y los espero. Garrotazos, piñas, facas, 3 puntazos y una semana en la enfermería, él y matute. El Vasco sabía que no iba a ser fácil hacerse respetar, pero al fin de cuentas en su vida nada había sido fácil y estaba seguro que de ahora en más, debería tener las bolas bien puestas si no quería morir en esa cueva.
Marisa había ido dos veces a visitarlo, una con Mauro, otra vez sola, no le gustaba entrar con el nene ahí, era todo “sucio”, le daba asco hasta el olor a desinfectante.
En la segunda visita no llevo ni cigarrillos.
__ ¿Hola morocha, como está el pendejo?
__Bien, lo deje con la vecina, no me gusta traerlo acá…
__Te entiendo.
__Vasco, te traje unos pesos, no sé cuándo vuelvo a visitarte otra vez.
El Vasco agarro la plata, sabía que estaban despidiéndose.
Marisa salió llorando de la sala de visita, el Vasco le miro el culo y pensó “Hace bien si no vuelve”.

Esteban Terranova.

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